Un día de lluvia. Un día fantástico y precioso... Me encantan. Me encontraba trabajando al despacho con mi jefe cuando llegó una voluntaria de la asociación quejándose del "mal tiempo".

 Yo le dije que los días de lluvia eran encantadores y que teníamos que saber encontrar la parte positiva. La jefa que escuchaba la conversación dijo con un tono melancòlic y triste: "A mí me encantaban los días de lluvia, cuando mi marido todavía no estaba enfermo de Alzheimer, y nos despertábamos con el ruido de la lluvia. Él me traía el café a la cama y allá nos quedábamos los dos. Ahora que ya no está, los días de lluvia ya no son el que eran.... no quiero quedarme a la cama". Entré en un pozo de sensaciones extrañas y desagradables. Me cogió mucho miedo que me pasara el mismo. Me invadió la tristeza. Tristeza de ponerme a su piel. Después de dar vueltas a un pensamiento que me hacía sentir mal pensé en una única salida: tengo que disfrutar de mi vida, de mi pareja, de mí misma y de todo aquello que voy creando en mi camino. Trabajo en una asociación de Enfermos de Alzheimer y me paso el día descubriendo nuevas historias. Todas las personas que pasan por aquí aprenden a afrontar la situación. Las cosas pasan, y nosotros no tenemos poder de decisión sobre ellas. Tenemos que intentar vivirlas de la mejor manera posible. 

 Irene Usero Pes.

A raíz de la conversación con una cuidadora de enfermo de Alzheimer.

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